Pensando... Pensando
La Biblia representa la historia de un pueblo escogido por Dios.
La Biblia es la revelación de Dios.
Nos habla del hombre perdido en pecado y la búsqueda de él por los ojos divinos.
Si la iglesia sabe quién es Dios, debe cultivar ese conocimiento.
La iglesia debe saber definir qué es lo que quiere Dios.
Para lograrlo tiene que ir a la Biblia.
La Biblia es la voz de Dios.
Nosotros somos creados para la alabanza de su gloria.
El nos ama y nosotros debemos obedecerle.
No podemos amarle porque no le conocemos.
El nos ama a pesar de lo que somos.
Podemos empezar a amarle si le conocemos.
Le conoceremos si le leemos su libro sagrado.
Hay algunas cosas que Dios quiere que la iglesia haga.
El deber la iglesia es hacer en el mundo lo que Dios quiere que se haga por medio de la iglesia.
La Palabra de Dios es una revelación de su voluntad.
Si conocemos su voluntad, responderemos a Dios.
La iglesia debe vivir conscientemente de su Señor en este mundo.
Cuando se dice que la iglesia es un organismo es porque vive la vida de Dios.
La iglesia debe ponerse de acuerdo con su propio corazón para abandonar el mal en cualquiera de sus modalidades y abrazar el bien en cualquiera de sus expresiones.
Dios propuso en su propio corazón crear al hombre en santidad.
El pecado es un intruso.
La santidad es la finalidad de Dios para la humanidad entera.
Se logrará cuando el nos santifique.
La Biblia nos santifica.
Santifícanos en tu verdad, tu Palabra es la verdad.
Cuando nos ayudamos los unos a los otros, entonces todos somos iguales.
En esta santidad basada en la Biblia, se expresa la vida y la unión de Dios.
Dios es santo y nos santifica.
Uno de los problemas del mundo es el énfasis en el individualismo.
Provoca alejamiento y distancia uno de los otros.
La santidad de Dios nos une con Dios y unos con otros.
Ni la santidad ni el amor de Dios pueden agotarse.
La fuente de estas cosas es la misma persona de Dios.
El nos creó para estas cosas... Para sí mismo.
Dios como infinito y nosotros como finitos llegamos a ser uno en Cristo.
Nada puede romper esta unidad que resultó del sacrificio de Jesús.
¡Rumbo a la gloria!
José Carrera