El agua era líquida y Cristo caminó sobre ella. ¿Por qué se endureció?
El agua era agua y Cristo la hizo vino. ¿Cómo se transformó?
El mismo había hecho esas leyes, tales como:
Que el sol y la tierra dieran vueltas. ¿Por qué se detuvieron?
Que el sol avanzara hacia la tarde. ¿Por qué retrocedió?
La ley es que un pan es un pan. ¿Por qué se hicieron muchos?
La ley es que un pez es un pez. ¿Por qué se hicieron muchos?
El mar es el mar. El río es el río. ¿Por qué se abren al paso de un pueblo?
La ley de una persona es que viva y muera, ¿Por qué a una orden vuelve a vivir?
Porque llegó Jesús.
Cristo no rompe las leyes establecidas por él mismo.
Él las estableció, les ordenó gobernarse dentro de ellas mismas.
No se salen de sus órbitas los astros, porque así lo estableció él.
El sol no deja de calentar, porque así lo ordenó él.
El mar no se sale de sus límites porque él le puso un hasta aquí, y ese hasta aquí son una piedrecillas tan pequeñas como lo son los granos de arena a las que con cariño, los científicos les llaman feldespatus.
¿Por qué una tormenta que está en su fuerza, y aumenta y avanza, lo destruye todo? ¡Porque está en una ley, la ley del huracán, la ley del tornado!
¿Por qué cesa de pronto? Porque la voz de Cristo lo ordena.
¿Rompe Cristo lo establecido por él? No, él es ley sobre leyes que él hizo.
El que hace las leyes gobierna sobre ellas.
Es mayor el que hizo las leyes que las mismas leyes.
Cuando una ley oye su voz, obedece las órdenes que él da.
Una ley para todos los árboles de la tierra, es dar frutos. El día que quiso un fruto de una higuera y no lo halló, esa higuera murió a una orden de él. ¿Por qué? Porque él gobierna las leyes.
A todo lo malo, establecido por el pecado con sus leyes de desobediencia a Dios, Cristo vino y lo reventó haciéndolo añicos y polvo.
Hasta para lo malo había leyes que gobernaban sobre la gente.
Se les puede llamar leyes establecidas para desobedecer a Dios, leyes de apartarse de lo divino, leyes que el hombre se ha hecho en base a la lejanía de Dios y se les puede llamar leyes establecidas del hombre para pecar.
Pero la presencia de Jesús entre nosotros, se le llama: La ley del milagro del amor.
¡Rumbo a la goria!
José Carrera