por José Carrera
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12 de octubre de 2020
1.- NUESTRO PRIMER ABOGADO ES CRISTO 1ª Juan 2:1. Cuando Dios iba a destruir las ciudades de Sodoma y Gomorra a causa de su pecado, Abraham intercedió. En este aspecto Abraham es un tipo de Jesucristo nuestro abogado. Si nosotros juzgamos sin autoridad, nos hacemos acusadores como el diablo. Los humanos murmuramos, juzgamos y criticamos y a la vez que condenamos, tomamos el lugar del JUEZ. Dios no murmura, Dios no critica, Dios juzga y condena. En ocasiones solemos decir: - Señor, mira aquel anda más mal que yo… ¡Castígalo! Qué tal si Dios nos contestara: - ¿Y si comienzo contigo? En este mundo no tenemos enemigos humanos, solo tenemos uno y es el diablo. Los hijos de Lot vivieron 10, 15, o 20 años en Sodoma y aprendieron todo lo que al pecado se refiere. El juicio de Dios para estas ciudades, sería, 1.- IMPARCIAL, 2.-RÁPIDO, 3.- TOTAL. Sodoma y Gomorra necesitaban un abogado y este fue, Abraham. De las 5 ciudades que son Sodoma, Gomorra, Adma, Seboim y Zoar, ni el JUEZ DIOS ni el ABOGADO ABRAHAM, pudieron encontrar dos justos por ciudad. Cristo, nuestro abogado Eterno, intercede por nosotros en el cielo. ¿Qué dilema se vivirá en el cielo a nuestro favor por medio de nuestro ABOGADO, delante del JUEZ? 2.- EL SEGUNDO ABOGADO ES EL ESPÍRITU SANTO. Romanos 8:26-27 ¿Por qué como Iglesia necesitamos un segundo abogado? Porque tenemos muchos acusadores, como lo son: satán, mundo, carne, conciencia, hemos pecado contra Dios y nosotros mismos muchas veces nos acusamos. Los padres de las familias de Sodoma y Gomorra fueron dejados a las fiestas paganas y carnales, como hoy son dejados al internet, a sus amigos, computadora, etc. Muchos de ellos solamente ven imágenes de pecado y practican juegos peligrosos que parecen inocentes. ¿Qué aprenden? ¿Qué siembra se está haciendo ahora para cosechar mañana? Creo que hay muchos niños que son huérfanos aunque sus padres aun viven. Cuando levantamos nuestras manos el Espíritu Santo intercede, cuando lloramos, cuando hablamos en lenguas, cuando intercedemos por otros. El Espíritu Santo intercede por nosotros en la tierra.