Cuando todo pasa al revés de cómo pensamos, queremos que todo se acabe y que se acabe pronto, porque a todos les va bien, pero a mí me va bien mal. Parece que a todos les aparece la paz, mientras a mí se me desaparece la sonrisa.
Como que soy ambidiestro, con una mano abrazo y con la otra golpeo; con una mano acaricio y con la otra, hiero. Con una atraigo para besar y con la otra rechazo.
Midas tocaba todo y todo lo convertía en oro, yo lo toco y lo rompo.
Soy como un indio fracasado que da su oro a los españoles y ellos le dan cuentitas de vidrio mohoso y sin valor.
Los de la familia del polvo somos como velas contra huracanes, corazones contra pecado, matitas contra llantas de tractor y casi siempre perdemos.
Alguien se acerca y el rumor de sus pisadas remueve el polvo del sembradío. ES EL AGRICULTOR ETERNO. Entonces, aparecen delante de nosotros buenas noticias: En su nombre esperarán los gentiles.
No apagará el pábilo que humea, ni romperá la caña cascada.
Toma el tallo y lo endereza, le pone barro en la quebradura y lo rodea con una venda, cubre la herida porque quiere que esta caña viva: Yo soy la vida, no temas. Yo te ayudo a crecer y te cuido.
El dueño de la casa levanta el pábilo… el dueño es la Luz Eterna. Aunque el pábilo es pequeño, lo enciende y le hace casita
con sus manos. Le dice cosas hermosas, como: estoy aquí, yo te cubro y te cuido, yo te enciendo porque soy tu luz.
Cuando un jarrón chino se cuartea por algún golpe inesperado, por ser considerado valioso en una cultura china de dos mil o tres mil años de antigüedad, aunque sea de barro, le cubren el relámpago de la quebradura con oro.
¿Será más valioso eso que tu corazón para Dios?
Cristo dice: Tengo buenas noticias para ti, para tu pábilo que humea y para tu caña rota. Yo he venido a dar vida.
Yo el Agricultor Eterno y la Luz de Vida he mirado cada una de tus aflicciones.
Me interesas y vine por ti.
Amado lector, te invito a que sigas al Señor y que lo sigas, porque él siguió con las manos rotas, avanzó con el corazón roto, no se detuvo aunque le rompieron la espalda, apagaron su rostro y siguió, la luz de sus amigos le abandonó y aun coronado de espinas y crucificado siguió hasta conseguir nuestra salvación eterna. En medio de tanta mala noticia, Cristo es nuestra buena noticia.
¡Rumbo a la Gloria!
José Carrera