Aquella noche comenzó a llover.
Había grandes nubes negras por todo alrededor de nuestra ciudad.
Mario nos platicaba de cómo su mamá le había quitado el foco para que no leyera la Biblia, pero al orar él, su dedo índice se iluminaba.
En el momento de comenzar el culto en la calle y empezar a llover, la gente allí reunida quería correr a su casa.
Fue en ese momento que Juan oró: Padre, permite que esta gente aquí reunida escuche tu Palabra. Te pido que detengas la lluvia.
Se abrió una cortina de agua hacia los lados y muchas personas se cobijaban junto a nosotros, bajo un paraguas que no se veía en el cielo.
Nos protegía de aquel torrente que seguía cayendo a pocos metros de nosotros.
Así, seguían cayendo algunos corazones a los pies del Señor Jesús para pedir perdón por sus pecados, encontrando su salvación.
Así fue como nació Salmo 96 Ministerios.
Respaldado por señales de Dios, este ministerio ha sido sacudido por el enemigo, probado por fuego y bendecido por Dios.
En las oficinas de Salmo 96 Ministerios, se encuentra una Biblia la Biblia del hermano Juan que al abrirse, en sus hojas revela haber recibido rocío, un leve rocío, recuerdo de aquella noche torrencial.
¡Rumbo a la Gloria!
José Carrera
Ante Dios
Guardo silencio ante Dios, no porque no sepa qué decir, no porque no tenga qué decir. Tengo silencio en mi mente y mi lengua no se mueve.
Quiero orar en silencio hasta que se escuche solo el tínitus, y escuche latir mi corazón adentro de mí.
Cuando estoy delante de Dios quiero decirle tantas cosas, pero de pronto me enmudezco. ¿Por qué no orar, adorar y cantar? ¿Por qué no dejo que broten mis palabras delante de Dios como un manantial, para que oigas lo triste que estoy, las notas de mi guitarra, o mis fallas?
Miro las flores de mi cobija, hace frío.
Miro el techo de donde cae polvillo.
Mucha gente no tiene un calentón de luz, como yo. Gracias.
Mi Tere y mi Cali, duermen. Hay ocasiones en que soy un hablantín, me siento hasta como un locuaz… pero a veces lloro…
A veces canto.
He cantado más veces que los cantos que tengo escritos en mi cuaderno… ¿Cuánto no me habré quejado?
Estoy delante de Dios con temor, he arrastrado mi pecado y mi ansiedad y hago una lista para presentártelos.
Mis oraciones son por mi familia, mis hermanos, mis enfermos… se me acaba la tinta.
Delante de Dios hoy estoy callado, la lista de peticiones está rota.
Estoy abrumado, ¿Por qué no puedo orar sin quejas?
Esta noche estoy delante de Dios, ¡Maravillado! Estas noches pasadas he sentido como baldazos de agua tibia que me caen en la cabeza y bajan las ondas lentamente por mi rostro hasta mis hombros… ¿Qué es? No quiero preguntar. Ante Dios guardo silencio. No quiero que amanezca, quiero quedar aquí… así sin moverme.
¡Rumbo a la Gloria!
José Carrera