Dice Obrín que los egipcios enseñaron al pueblo de Israel un curso completo de idolatría por 400 años… ¡Imagínese!
La serpiente se arrastra entre los arbustos y ramas verdes y secas. Génesis 3:1 y Hechos 28:1-6.
¿Para qué nos formó Dios? ¿Para ser idólatras? ¿Para ser mordidos por serpientes? ¿Para ser perseguidos y maltratados?
Unos trabajadores en un terreno, movían con maquinaria unos tubos grandes, pero al caer uno de ellos salieron serpientes de allí y se les enrollaban en los cuellos o trataban de morderles. Corriendo y manoteando lograron afarse de ellas y se escondían en las cabinas de sus trocas.
Cuando usted va pasando por la carretera y ve a una patita con sus patitos en fila india, detiene su carro… ¿O le da más rápido?
En las noticias salió que una mujer saltó al vacío de un edificio de tres pisos ardiendo, y dos hombres la detuvieron en sus brazos antes de que se golpeara contra la banqueta.
Nuestro Dios sabe que lloramos porque a veces no encontramos la salida o la respuesta, a tantos de nuestros problemas.
Parece que todo se vino encima de nosotros. Parece que de pronto caemos todos. Parece que a veces nos aventamos.
Algunos han colaborado contra nosotros ofendiéndonos y haciéndonos sentir mal.
Los egipcios enseñaron esta clase de idolatría al pueblo de Israel.
Otros son perseguidos por serpientes.
Muchos le dan rápido cuando cruzan la calle los patitos.
Muchas veces no tomamos en cuenta que hay alguien que está orando por nosotros.
Cuando caemos de bruces en el pozo lleno de serpientes, no sabemos cómo escapar.
El amigo Eterno del cielo, hizo que se quedaran hundidas las serpientes, las heridas, la idolatría y el maltrato y extendiendo su poderosa mano, nos saca de tal ataque.
A nosotros Dios nos hizo para amarnos y para sonreír mientras pasa la fila de patitos.
Quiere que nos abracemos unos a otros para no caer y que nos abracemos aun si vamos cayendo.
Que se queme todo alrededor mientras nos cachamos unos a otros, para no caer en el filo del pavimento.
Nos ha formado para la oración, para él, para la reunión, para la amistad y el perdón.
Nos ama, nos guarda de la serpiente, del odio, y de la mordida de la idolatría y de la egolatría.
Cuando Dios narre nuestra historia en la eternidad dirá: Mis hijos son más que vencedores, están de pie ante Dios adorándole, serán vestidos de lino fino, estarán con Dios eternamente, porque provocan alegría al ser sacados del foso cenagoso, del abismo de las serpientes y del lodo, estarán sobre la Roca eternamente, son santos y aplauden y alaban… están llenos de amor y son puros. Yo los he invitado a mi casa y jamás volverán a ser heridos, yo les lavé con mis lágrimas, he perdonado su pecado, los amo, son míos y están conmigo.
Cuando Dios termine de contar su historia acerca de nosotros se hará un silencio, luego toda la multitud de ángeles volverá sus rostros para ver la hermosura de la Iglesia y entonces… sonará el aplauso más triunfante de todos los siglos al paso de los amados del Señor Jesucristo… en este momento comprenderemos al fin, por qué Dios formó al hombre y mandó a su Hijo a morir para rescatarlo.
¡Rumbo a la Gloria!
José Carrera